La palabra es un don evolutivo de la especie humana. En la década de 1950 Noam Chomsky demostró que el hombre no habla para expresar pensamiento sino para crearlo. En efecto, el “ensamble” que se produjo a nivel cerebral nos permitió una comunicación eficiente y, a partir de ahí, construir el progreso de comunidades más amplias que las tribus.
Hace un año el mundo quedaba absorto ante una invasión armada, después de años en que los conflictos bélicos parecían un triste recuerdo. Devastada la tierra y su sociedad, Ucrania asiste a lo que va quedando como saldo de la destrucción y la muerte.
La guerra es el fracaso del don evolutivo más distintivo de la especie; es imponer en vez de acordar; es la tiranía por encima de la razón; es el silenciamiento de los valores primordiales de la convivencia; y es, también, la ausencia de las virtudes en el comportamiento de quienes deciden los destinos de millones.
Llamar al diálogo en vez de a las armas implica, así mismo, reflexionar sobre nuestras pequeñas guerras de cada día, sobre nuestras tiranías individuales, sobre nuestros avasallamientos a la libertad del otro.
Construir sociedades libres, justas y pacíficas es construirnos a nosotros mismos desde aquello que nos hace esencialmente humanos: la palabra y la razón.
Tomar conciencia de que la violencia no es el camino, en ningún entorno, es sabernos hacedores concretos y activos del destino que queremos para nosotros, para la sociedad y para el mundo que habitamos.
Hoy, más que nunca, es imperioso trabajar en la construcción de una paz verdadera, defendiendo tanto la libertad individual como la libertad de los pueblos, sostener nuestra igualdad como humanos en el respeto a la diversidad cultural y hacer uso del diálogo como principal herramienta para el progreso de las sociedades y para la supervivencia de la especie.
24 de Febrero 2023
Gran Logia Femenina de Argentina